Breves aclaraciones previas

En este blog se publicará principalmente las historias que se me vayan ocurriendo y según la aceptación que tengan pues serán continuadas o no. En estos momentos estoy desarrollando estos proyectos:

-El Mercenario: En esta historia narro las aventuras y desventuras de Lobo, un hombre con un oscuro pasado que trabaja para una misteriosa agencia de la que el mismo apenas sabe nada... pero que le paga muy bien por sus servicios.

-Las Crónicas de Anárion: Este proyecto de fantasía épica narra los viajes de Anárion, un joven guerrero que desconoce su pasado, ya que fue separado de sus padres cuando era un bebé, lucha por sobrevivir en el peligroso continente de Lormerion, mientras trata de averiguar quienes son sus padres. Pero para ello ha de enfrentarse a toda clase de pruebas en su camino por las agitadas tierras del devastado Norte.

Gracias por leerme

-Anárion, Lobo Gris-

lunes, 1 de agosto de 2011

El Mercenario, Capítulo 1.- Un nuevo encargo

Se despertó aquella mañana de mal humor, miró a su alrededor sin levantarse y echó un vistazo a la que había sido su habitación durante las últimas seis semanas. Por su profesión, se veía obligado a desplazarse a menudo aunque nunca había logrado acostumbrarse a los continuos cambios de domicilio, y eso que a él le gustaba viajar. Aquel día, como sucedía siempre al poco de terminar sus trabajos, le tocaba volver a trasladarse. Aquello unido a la resaca, causada sin duda por todo el whisky que se había bebido la noche anterior, no hacía si no empeorar su ya de por si mal despertar. Maldiciendo su suerte por haber acabado en esa profesión, que estaba bien pagada pero conllevaba muchos riesgos y desvelos por su parte, se dirigió al baño para darse una ducha fría y despejarse un poco.

Tras vestirse con unos vaqueros viejos, una camiseta, su sempiterna chaqueta de cuero negro y hacer el equipaje, se dirigió a la calle con la intención de coger un taxi que lo llevase al otro extremo de la ciudad. Mientras esperaba encendió un cigarrillo con visible impaciencia y se preguntó a donde lo enviaría esta vez aquel lunático que servía de enlace entre los jefazos y él.

Al cabo de un rato se acercó un taxi al que paró y le indicó el lugar al que debía ir. El taxista, un hombre gordo, calvo y con pinta de tener mal genio, se negó a arrancar hasta que le enseño un fajo de billetes que todavía guardaba de un trabajo anterior, y le dijo con voz grave -si llegas en menos de una hora, te doy la mitad de lo que hay aquí-. El pobre hombre, que se puso blanco como la cera, asintió pues la cifra era el doble más o menos de lo que el ganaba en un mes, si tenía suerte, y arrancó sin decir nada más en todo el viaje. Se dirigieron a toda velocidad hasta el lugar indicado, ya que al parecer aquel tipo conocía bastante bien los atajos de la ciudad. Llegaron en menos de 50 minutos con lo que le pagó lo acordado.

Se bajó y miró hacia arriba, pues el individuo aquel lo esperaría en la azotea. Maldiciendo a la vez a su suerte y a ese maldito tipejo, entró en uno de los ascensores del rascacielos y se dirigió a la azotea. Al llegar le vio, envuelto en aquella maldita gabardina raída y con el dichoso sombrero a juego, que le daban aire de detective de los años 50, y con los que apenas se le veía el rostro. Se dirigió hacia la misteriosa figura, que como de costumbre estaba de espaldas, y dijo éste sin darse la vuelta- llegas tarde otra vez, cachorrillo-, aquello siempre le irritaba, pues su nombre en clave era Lobo Negro. -¿Tienes la pasta?- preguntó Lobo con desconfianza, a lo que el otro replicó con sorna- y si no fuera así, ¿que harías? ¿Matarme?- dicho lo cual empezó a reírse como si fuera la idea más absurda del mundo.

Todavía de espaldas, le arrojó al fin una bolsa de papel y un dossier por encima del hombro izquierdo. Lobo los recogió y se dispuso a irse, aunque no sin antes decirle al otro -a ver cuando dejas la ropa de tu abuelo y te compras algo nuevo, pareces salido de una mala peli de los 50-, tras lo cual se rió de su propio chiste. El otro le dijo, justo cuando se disponía a abandonar la azotea -recuerda... si nos fallas... o te pilla la bofia... será tu fin-, Lobo apretó la mandíbula hasta que se oyeron rechinar sus dientes y se fue por donde vino dando un sonoro portazo. Continuó hacia el ascensor mientras iba pensando en lo mucho que le cabreaba aquel maldito imbécil. Juró por enésima vez que mataría a ese cabrón en cuanto tuviese ocasión, y se dispuso a largarse de allí en el ascensor por el que subió.

Echó una ojeada al dossier con los datos de su próximo objetivo y en que consistía esta vez su misión, tendría que salir del país y buscar a su objetivo en París. Por primera vez los datos estaban incompletos, lo que significaba más trabajo para él pues tenía que localizarla primero y después realizar su trabajo, todo ello con la máxima discreción posible. Por eso contaban con él, porque pese a ser un borracho, camorrista y mujeriego, era el mejor haciendo esos trabajos. Trabajos que irónicamente odiaba. Ya que era una mezcla entre asesino, matón a sueldo y espía. Ignoraba si trabajaba para el gobierno o para alguna poderosa mafia. Lo único que sabía es que quería encontrarla, mas aún necesitaba encontrarla. Por ella había vendido su alma y se había transformado en aquel monstruo sin sentimientos ni remordimientos, capaz de hacer lo que fuese necesario por dinero. Ésa era la única verdad que necesitaba saber y para él no había nada más. Era, en resumen, un mercenario.


Próximamente: "El Mercenario, Capitulo 2.- Un Agitado Reencuentro"

1 comentario:

Anárion dijo...

Tengo intención de retomar el blog y estoy intentado hacerlo para que sea lo mas legible posible. Tuve que cambiar el tipo de letra y el color y la entrada vieja no me dejaba así que tuve que crear esta nueva.

Pido disculpas por la molestias que haya podido ocasionar esto.

Saludos