Breves aclaraciones previas

En este blog se publicará principalmente las historias que se me vayan ocurriendo y según la aceptación que tengan pues serán continuadas o no. En estos momentos estoy desarrollando estos proyectos:

-El Mercenario: En esta historia narro las aventuras y desventuras de Lobo, un hombre con un oscuro pasado que trabaja para una misteriosa agencia de la que el mismo apenas sabe nada... pero que le paga muy bien por sus servicios.

-Las Crónicas de Anárion: Este proyecto de fantasía épica narra los viajes de Anárion, un joven guerrero que desconoce su pasado, ya que fue separado de sus padres cuando era un bebé, lucha por sobrevivir en el peligroso continente de Lormerion, mientras trata de averiguar quienes son sus padres. Pero para ello ha de enfrentarse a toda clase de pruebas en su camino por las agitadas tierras del devastado Norte.

Gracias por leerme

-Anárion, Lobo Gris-

jueves, 27 de octubre de 2011

El Mercenario, Capitulo 2.- Un Agitado Reencuentro

Tras su llegada a París, Lobo comenzó a buscar un sitio donde quedarse durante unos días. Quería algo discreto, sin demasiados lujos, así que decidió hacerle una visita a un viejo conocido suyo. Si, había llegado la ahora de cobrar viejos favores. Cogió un taxi al salir del aeropuerto y se dirigió a las afueras de la ciudad. Dudaba mucho que su viejo amigo se alegrara de verle, pero eso no es que le importase demasiado.
Al llegar a casa de Pierre, pues así se llamaba, pagó al taxista y se dirigió al porche. La construcción constaba de dos ruinosos pisos, un pequeño porche, un amplio y abandonado jardín rodeado por lo que había sido una verja de madera y un garaje en el lado derecho de la casa cuya puerta estaba bastante deteriorada. Al acercarse, oyó el sonido de vajilla rompiéndose y aceleró el paso. Era evidente que algo no iba bien. -Maldita sea- dijo para sí -este tipo sigue metiéndose en problemas-. Al llegar a la entrada oyó el estrépito causado sin duda por algún mueble al romperse. Sin perder ni un segundo, le dio una tremenda patada a la puerta y la echó abajo. Enseguida se hizo el silencio a su alrededor, como si al darse cuenta de que alguien venía ayudar a su víctima, el agresor se detuviese y planeara como deshacerse de esa inesperada y molesta visita.

Lobo se dio cuenta de que aquello era la calma que precede a la tempestad, empezó a buscar por la casa por si veía a Pierre y sobretodo para encontrar al que, sin lugar a dudas, había hecho pasar un mal rato a su amigo. Desde luego quien quiera que fuese ese tipo había elegido un mal momento para lo que hizo.-¡¡¡PIERRE!!!- gritó Lobo, esperando obtener respuesta. La casa continuó sumida en el más absoluto silencio, así que Lobo pasó a buscar al piso de arriba.

De repente oyó el ruido de un motor. Se asomó por la ventana y vio como un tipo de aspecto sospechoso, llevaba algo en un saco hasta el maletero de un descapotable negro en marcha. No podía ser... ¡se iban a llevar a Pierre delante de sus narices! ¡No si podía evitarlo! Sin pensarlo dos veces, Lobo saltó por la ventana y cayó rodando en el césped del jardín. El hombre que se llevaba a su amigo, un tipo trajeado y con aspecto de pez gordo, se percató de su presencia y le lanzó una patada bien dirigida al estómago. Lobo paró el golpe con una mano y asió con fuerza la pierna de su oponente, mientras se incorporaba, tiró de la pierna de aquel individuo haciéndole perder el equilibrio y que éste se cayera de espaldas al suelo. Ahora las tornas habían cambiado y Lobo pensaba darle su merecido a ese tipo.

Al igual que el otro había intentado antes patearle el estomago, ahora Lobo hizo lo propio con él, aunque en este caso, el golpe dio en el blanco. Su oponente emitió un gemido ahogado y Lobo lo agarró por la solapa del traje y le arreó un tremendo puñetazo en la cara. Acto seguido, lo alzó agarrándolo con la mano derecha por la camisa, mientras tenía la izquierda cerrada en un puño para propinarle otro puñetazo. -Dime- dijo Lobo con aire amenazador, -¿quien te envía?-. El tipo le escupió en la cara, error que le costó un puñetazo en el estomago, y otro en la mandíbula. Lobo oyó como con este último golpe le había crujido la mandíbula. -Te lo preguntaré otra vez y, si aprecias tu vida, más te vale que me des la información que te pida. El otro dijo con cierta dificultad- no obtendrás nada de mi... maldito matón...- y añadió - si te dijera algo... EL me mataría...-. Al no estar satisfecho con la respuesta Lobo le propinó un rodillazo en la entrepierna, lo soltó y a continuación le partió las narices con la misma rodilla. -Como no colabores, el que te matará seré yo- dijo Lobo con tono más amenazador aun. El tipo se intentó incorporar mientras escupía sangre y Lobo le hizo caer de nuevo dándole una patada en el costado derecho. -Está... bien...- dijo casi sin aliento -te diré... lo que... q-quieras-. Satisfecho, Lobo le volvió a preguntar -¿quien te envía?- a lo que el otro contestó -el q-que manda... en esta... ciudad- y agregó -le llaman... Leroy, Leroy Anduinne-. Tras darle otro golpe para dejarle inconsciente, Lobo metió al tipo trajeado en el maletero del descapotable y sacó a su amigo Pierre del saco.

Pierre era un tipo alto y delgado de unos 30 y pocos años aunque aparentaba casi 50 por lo demacrado que estaba. Al verse liberado le dijo a Lobo -muchas grasias mon ami, me has salvado una ves mas. -Tranquilo- dijo Lobo -ya te lo cobraré-, a lo que Pierre respondió -pog supuesto, veo que no has cambiado nada en todo este tiempo, mon ami- y se rió. Con su amigo libre y con muchas preguntas en su cabeza, Lobo se dirigió a la ciudad acompañado de Pierre. -¿Que piensas haseg?- preguntó Pierre con cierto interés, -Primero de nada, encontrar a ese tal Leroy y ajustarle las cuentas- respondió -¿y después?- inquirió Pierre de nuevo - trabajo- respondió Lobo en tono tajante, dejando claro que no quería hablar del tema.

Sabía que su amigo tenía una tendencia casi catastrófica para buscar problemas, sin embargo, sabía también que podría serle útil a la hora de hacer su nuevo encargo. Pero no, aun no era el momento. Lo primero era devolverle a ese tal Leroy lo que llevaba en el maletero. Su encargo podía esperar. El descapotable volaba hacia la ciudad bajo el sol del atardecer. Perfecto, la noche era el momento idóneo para un ajuste de cuentas.




Proximamente: "El Mercenario, Capitulo 3.- La Guarida de Leroy"

1 comentario:

Sonia Arrak dijo...

Me encanta!!! Estoy deseando ver cómo Lobo le patea el culo a Leroy! Se lo merece, sin duda!.
Rubiales, ánimo con esta historia. Me encantó el primero y lo mismo éste. Ya sabes que soy tu fan! ;)