Breves aclaraciones previas

En este blog se publicará principalmente las historias que se me vayan ocurriendo y según la aceptación que tengan pues serán continuadas o no. En estos momentos estoy desarrollando estos proyectos:

-El Mercenario: En esta historia narro las aventuras y desventuras de Lobo, un hombre con un oscuro pasado que trabaja para una misteriosa agencia de la que el mismo apenas sabe nada... pero que le paga muy bien por sus servicios.

-Las Crónicas de Anárion: Este proyecto de fantasía épica narra los viajes de Anárion, un joven guerrero que desconoce su pasado, ya que fue separado de sus padres cuando era un bebé, lucha por sobrevivir en el peligroso continente de Lormerion, mientras trata de averiguar quienes son sus padres. Pero para ello ha de enfrentarse a toda clase de pruebas en su camino por las agitadas tierras del devastado Norte.

Gracias por leerme

-Anárion, Lobo Gris-

lunes, 31 de octubre de 2011

El Mercenario, Capitulo 3.- La Guarida de Leroy

Recorrieron las calles de la ciudad a toda velocidad mientras conversaban. -¿Que has hecho esta vez?- le preguntó lobo a su acompañante -Se podguia desig que poseo algo que ellos quieguen- respondió Pierre con visible fastidio. -No cambiarás nunca maldito bribón- dijo Lobo, tras lo cual se echo a reír.

Pierre llevaba toda la vida siendo un ladrón, desde que era niño y se quedó en la calle sin familiares que se ocuparan de él. Por suerte era un chico despierto y pronto descubrió que si se las ingeniaba podría conseguir lo que necesitase y burlar a la autoridad. Cuando creció lo suficiente empezó a idear planes para cometer robos mayores e intentaba superarse a si mismo cada vez un poco más. Por desgracia para él, la policía lo pilló cuando estaba con un grupo de delincuentes atracando un banco. Pasó dos años en prisión dado que no le hizo ningún daño a nadie y tampoco iba armado. Cuando salió empezó a interesarle otro tipo de objetos para robar: obras de arte. Robaba cuadros, bustos, joyas... cualquier cosa que tuviese valor y pudiese luego vender. Nunca lo volvieron a pillar pero empezó a reunirse con gente peligrosa para llevar a cabo sus ventas ilegales. Capos de la mafia, narcotraficantes, contrabandistas, eran el tipo de gente con la que se daba cita algún tiempo después de sus robos. Y ahí empezó a haber problemas. Cada vez sus compradores ponían más pegas para pagarle menos y si rehusaba bajar el precio, le perseguían para arrebatarle el objeto codiciado y darle una lección de paso. Así fue como conoció a Lobo.

Una fría y húmeda noche de invierno Pierre había quedado con un policía corrupto para cerrar un trato. El tipo que era grande, gordo y medio calvo; ofrecía demasiado poco y Pierre se negó. Cuando el poli se disponía a hacerle un segundo ombligo a Pierre, se oyó un disparo y éste notó como le salpicaba un líquido caliente y pegajoso, pues estaba en el suelo con los ojos cerrados y no vio la sangre hasta que los abrió. La sangre del policía, al que alguien oportunamente acababa de disparar, manaba de su herida empapando el empedrado de la calle. Cuando vio a su salvador, Pierre se lanzó hacia él y le dio las gracias una y otra vez besándole los pies. Aquella imponente figura vestida con una chaqueta de cuero negro, un pantalón vaquero también negro, unas gafas de sol, rasgos tan duros que parecían esculpidos en piedra y de pelo negro corto y alborotado, venía fumando. Le dijo con una voz pétrea -No me des las gracias- y se lo sacudió de encima propinándole una patada -y sobretodo, no me babees mis botas nuevas- y añadió -algún día te lo cobraré no te preocupes- dicho esto, Lobo se alejó entre la lluvia caminando despacio y dejando a Pierre empapado y confuso. Pero le había salvado la vida y él le ayudó a hacer aquel trabajo tras reencontrarse con él al día siguiente. Desde entonces habían pasado cinco largos años y aún así, Lobo era lo más parecido a un amigo que había tenido nunca y por eso estaba dispuesto a ayudarle sin importarle cuanto pudiera arriesgar su vida, al fin y al cabo si estaba vivo era gracias a él.

Pierre le dio las indicaciones necesarias para llegar a la guarida de Leroy, aún así tardaron mucho en llegar allí ya que había que dar un rodeo por causa de alguna celebración que había en la ciudad. Lobo ignoraba que era pero tampoco le importaba lo más mínimo. Cuando llegaron a la entrada de la guarida, Lobo abrió el maletero y sacó al "amigo" de Leroy de allí, todavía inconsciente, y lo cargó al hombro como si fuera un vulgar saco. La Guarida de Leroy era una excelente mansión que se hallaba en un barrio elegante pero poco transitado. La construcción contaba con dos pisos enormes, un porche que era tan grande como la casa de Pierre, y un inmenso jardín bien cuidado y con árboles cerca del muro de piedra que rodeaba toda aquella finca, cuya única salida era un gran verja dorada y decorada con un gusto exquisito.

Lobo tocó el timbre del portero electrónico y esperó. Pasado un rato una voz grave le preguntó en su idioma -¿Si, quien es?- Lobo respondió con otra pregunta -¿Es la residencia del señor Anduinne?-, -Sí- dijo la voz -¿quien es usted y que lo trae hasta aquí?-Lobo respondió -Vengo con un amigo del señor Anduinne que se encontraba un tanto indispuesto, ¿nos dejará entrar o se lo dejo aquí en la puerta?-. Tras oír como se colgaba el telefonillo, Lobo vio que la verja se abrió de par en par y pensó -Perfecto, ya estoy dentro- y dijo, dirigiéndose a Pierre, -Será mejor que te quedes aquí ya saludaré yo a tu amigo de tu parte- y mostró una media sonrisa en la que dejaba entrever que aquello le divertía. -Ten cuidado mon ami, y si nesesitas ayuda estagué pog aquí con el coche en magcha-. Lobo asintió y se dirigió a la guarida de Leroy a hacerle aquella entrega especial.

Cuando llegó a la entrada el mayordomo le lanzó una mirada de espanto y horror al ver sus pintas. Y más aún cuando vio como traía a aquel tipo lleno de moratones y con restos de sangre seca en el traje. -El señor Anduinne no está ahora mismo, pero su señora ha querido dejarle entrar- y añadió -una mala elección en mi opinión-. Lobo entró y siguió al mayordomo hasta el salón del ala oeste de la mansión -menudo imbécil es este criado- pensó. Por el camino observó que aquel tal Leroy movía mucha pasta. Numerosas alfombras con espléndidos dibujos decoraban el suelo, obras de arte por doquier adornaban paredes y muebles. Todo aquello le parecía, cuando menos, ostentoso. Tras llegar a su destino el mayordomo le indicó que pasase, que la señora Anduinne lo recibiría y entró antes que él. -Señora Anduinne, el señor que trae al supuesto amigo de su esposo está aquí- dijo haciendo una mueca que dejaba claro lo poco apropiado que le parecía dejar entrar a aquel individuo de aspecto tan peligroso y sucio. Lobo entró con el fardo aún al hombro.

Al ver a la supuesta señora Anduinne a Lobo se le aflojaron los brazos y un temblor le recorrió el cuerpo, haciendo que se le cayera el individuo que cargaba al suelo. No lo podía creer. ¿Era ELLA de verdad o se había vuelto definitivamente loco? No, no podía ser ella. No tendría sentido. Y sin embargo allí estaba, mirándole con aquellos ojos verdes. Llevaba un hermoso vestido rojo que dejaba al descubierto sus níveos hombros, los labios, pintados con un color rojo a juego con el vestido, su pelirroja melena rizada y suelta le llegaba hasta más abajo de los hombros. Estaba sentada en uno de los sillones, con una copa en la mano y un cigarro en la otra, cerca del fuego que ardía en la chimenea. Si realmente era quien creía que era, no tardaría en averiguarlo. Y en caso de que fuera así, debería responder a muchas preguntas.

Próximamente: El Mercenario, Capitulo 4.- Fantasmas del Pasado

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