Breves aclaraciones previas

En este blog se publicará principalmente las historias que se me vayan ocurriendo y según la aceptación que tengan pues serán continuadas o no. En estos momentos estoy desarrollando estos proyectos:

-El Mercenario: En esta historia narro las aventuras y desventuras de Lobo, un hombre con un oscuro pasado que trabaja para una misteriosa agencia de la que el mismo apenas sabe nada... pero que le paga muy bien por sus servicios.

-Las Crónicas de Anárion: Este proyecto de fantasía épica narra los viajes de Anárion, un joven guerrero que desconoce su pasado, ya que fue separado de sus padres cuando era un bebé, lucha por sobrevivir en el peligroso continente de Lormerion, mientras trata de averiguar quienes son sus padres. Pero para ello ha de enfrentarse a toda clase de pruebas en su camino por las agitadas tierras del devastado Norte.

Gracias por leerme

-Anárion, Lobo Gris-

lunes, 14 de noviembre de 2011

El Mercenario, Capítulo 5.- Recuerdos y Explicaciones

Llegaron a casa de Pierre pasada la media noche. El cielo se veía de color rojizo y sin estrellas, a causa de las luces de la ciudad. Pierre se dispuso a recoger el estropicio que había causado el que lo intentó secuestrar. Lobo, cansado y aturdido después de aquel largo día, se dirigió a una de las habitaciones del piso de arriba. Se quitó la chaqueta que dejó en una vieja silla de madera y se echó encima de la cama. Creyó que estaba demasiado preocupado para dormir pero no tardó más de cinco minutos en caer en un sueño profundo.

En aquellas montañas escarpadas, donde tuvo lugar su última misión, Lobo vió como la avioneta, que lo debía recoger en el punto de encuentro de allí a unos minutos, se estrellaba en una de aquellas cumbres nevadas. Lobo corrió rápidamente al lugar del terrible suceso, pero lo único que encontró a su llegada, fueron los restos del aparato carbonizados y no había rastro de los cuerpos que deberían estar allí. Lobo sintió una mezcla de alivio y preocupación al no encontrar aquellos cadáveres que esperaba ver. Rastreó toda la cordillera durante días, pero no pudo encontrar nada. Ninguna pista, ningún indicio, nada. Al fin se dió por vencido y emitió un alarido de dolor y rabia que se oyó a lo largo del valle que tenía enfrente e hizo que algunos animales que merodeaban por los alrededores se sobrecogiesen. Los había perdido, a ellos que eran para él su única familia. La mujer a la que había entregado su corazón y su mejor amigo, al que debía tanto que nunca creyó poder pagárselo de modo alguno. Aunque sabía que tampoco él se lo pediría, era como un hermano mayor para Lobo. Su vida se había derrumbado y ya nada importaba. Lo recogieron unos pocos días después del accidente. Lo llevaron a casa y le dieron unas vacaciones hasta que se recuperase. Pero Lobo no consiguió reponerse nunca de aquello, perdió su empleo, sus sueños. Abandonó toda esperanza y empezó a tener problemas con el alcohol, se volvió un mujeriego, se metía en peleas por cualquier cosa. En definitiva, se encaminó a su autodestrucción.

Se despertó bañado en sudor y visiblemente perturbado, otra vez aquel sueño en el que revivía el accidente, hacía años que no le pasaba. ¿Porque volvían asaltarlo ahora aquellos sueños? Ahora que sabía que ellos estaban vivos, a Lobo le asaltaban numerosas preguntas. Tratando de reorientarse echó un vistazo a la habitación para recordar donde estaba. Se levantó lentamente y se dirigió al piso de abajo. Los primeros rayos de sol ya asomaban en el horizonte. Pierre estaba en la cocina preparando café y unas tostadas para el desayuno. Al oír llegar a Lobo se dió la vuelta y dijo -Buenos días mon ami, ¿has podido descansag?- Lobo gruñó algo ininteligible que Pierre interpretó como una negativa. -Todavía me tienes que contag lo que sucedió en la mansión de Legoy- Lobo asintió mientras mordía una de las tostadas y se bebía el café de un trago. Tras tomar su desayuno y mientras Pierre se disponía a dar cuenta del suyo, Lobo le contó todo lo que ocurrió en la mansión. Cuando terminó, Pierre lo miró sorprendido y dijo -No sabía que alguna ves habías sido un hombge enamogado- y se rió. Lobo lo miró molesto y le respondió, -hay muchas cosas de mí pasado que nadie más que ellos conocen, Pierre- y añadió - si me la intentan jugar, lo sabré. Dicho eso se levantó y se fué a dar una ducha para despejarse. Se puso ropa limpia y su chaqueta de cuero negro, que recogió de la silla de la habitación donde había dormido. Bajó a la cocina y se puso a repasar los documentos del trabajo que tenía pendiente mientras esperaba a que Pierre estuviese listo para irse. Ya que tenía que hacer unos recados en la ciudad y de paso le dejaría en el lugar que le había indicado "Leroy".

Ya era media mañana cuando llegaron al lugar donde había de reunirse con su viejo amigo. Era un edificio de oficinas moderno, de unos veinte pisos. Lobo entró al edificio con paso firme, al fin iba a descubrir la verdad y dar respuesta a todas las preguntas que tanto le preocupaban. Cuanto antes zanjase sus asuntos del pasado, antes podría terminar su trabajo. Al entrar saludó a la joven recepcionista que había en la planta baja, una chica de pelo rubio corto, ojos azul celeste, delgada y atractiva. Lo saludó con una sonrisa y le preguntó en francés que lo llevaba hasta allí. Tenía una voz agradable y hablaba en un tono que denotaba cierta efusividad, como si acabase de llegar un viejo amigo. Lobo, un tanto sorprendido, respondió en su mejor francés -Tengo una reunión con un viejo amigo que me ha citado en su despacho-. Le tendió la tarjeta y ella se sorprendió y le dijo -No sabía que el señor Anduinne tenía amigos, y menos tan atractivos como usted- le dijo con una sonrisa más amplia aún. Para conseguir que le dijera el piso al que debía dirigirse, Lobo le tuvo que prometer a aquella chica que quedarían para cenar un día de estos. Debía dirigirse a la decimosexta planta donde se hallaba el bufete de abogados del que supuso que era socio su amigo cuando no el dueño. Que extraño, no creía recordar que le gustasen los rollos legales.

Por fin llegó al bufete y preguntó por el señor Anduinne. -Es la tercera puerta a la izquierda- le dijo un joven trajeado, alto, moreno y corpulento. Se le notaba un poco nervioso, por lo que parecía ser una de las últimas incorporaciones al bufete. Lobo se dirigió a donde le había le había indicado el joven letrado y vió a la debía ser la secretaria de su amigo porque estaba en un escritorio que había junto a la entrada del despacho. Era una mujer de mediana edad, de pelo moreno, largo y liso que aún conservaba gran parte del atractivo de sus años de juventud, le preguntó si tenía cita con el señor Anduinne. El le dijo que sí, aunque no le había especificado ninguna hora. -¡Ah, entonces es usted!- dijo sonriente -Me dijo que llegaría un joven fornido, con apariencia peligrosa, y que le mandase pasar en cuanto llegase- y añadió -pero no mencionó que era usted tan atractivo-. Lobo se dijo a sí mismo que las mujeres francesas estaban locas y tras despedirse brevemente de la secretaria entró en el despacho de Leroy.

El despacho estaba decorado con algún cuadro al óleo y un enorme escritorio de madera que tenía tallada en el centro la mítica balanza de la justicia que se inclinaba ligeramente hacia la derecha resaltada con una pintura dorada que le daba brillo y un aspecto metálico. Su amigo estaba de pie de espaldas a la puerta, fumando un cigarrillo mientras miraba por la ventana pensativo. En cuanto Lobo abrió la puerta le dijo -Entra y cierra la puerta, estaba esperándote- Se pasó una mano por su rubia cabellera y se dió la vuelta y apagó el cigarrillo en un cenicero de cristal. -Espero que la recepcionista y mi secretaria no te hayan causado demasiadas molestias- dijo riéndose. -¿Se comportan así siempre?- preguntó Lobo -No, solo cuando ven a extranjeros atractivos y confusos- y se rió a carcajadas. -Bueno, creo que te debo una explicación después de tanto tiempo- dijo poniéndose más serio. -Sabía que acabarías por encontrarnos antes o después- y añadió -pero desde luego no esperaba que me trajeses aquel extraño souvenir- tras lo cual, se echó a reír nuevamente. -Me dijo que trabajaba para ti, que eras el que mandaba en esta ciudad y atacó a mi amigo Pierre- dijo Lobo, aunque le costaba creer que su amigo hubiese cambiado tanto, y se viese envuelto en negocios turbios. -No conocía a ese tipo de nada, y la verdad ya empiezan a causarme problemas esos rumores que surgen de los bajos fondos- dijo Leroy visiblemente molesto. -Por si te sirve de algo, lo entregué a las autoridades y al parecer era un pájaro de cuidado. Se le acusa de tráfico de armas, venta ilegal de drogas, extorsión, atraco a mano armada... la lista es interminable, aunque no te hice venir para eso, Alex- dijo. -Ya, imagino que querrás hablarme de lo que sucedió hace siete años, ¿no?- dijo Lobo. -¿Que otra cosa podría ser?- respondió el. -Nos perseguía la Banda de los Cuervos Sangrientos, tras aquella misión en la que tuve que colaborar con ella, nos descubrieron y siguieron nuestra pista- Lobo se sobresaltó y le preguntó -¿Porqué no me dijisteis nada?- dijo enfadado -sabes que os habría ayudado-. La Agencia nos obligó a guardar el secreto por si te capturaban, ¡irían a por ti en cuanto supieran que teníamos algún tipo de relación!- le contestó. -¿¡¿Tienes idea de lo que sufrí por todo aquello?!?- vociferó Lobo -¿Y te crees que yo no?- replicó -¿crees que no lo pase mal obligado a dejar mi hogar y teniendo que esconder mi identidad?- dijo casi en un susurro. -Como ya habrás podido comprobar, ella perdió la memoria- dijo el preocupado -llevo mucho tiempo intentando hacerle recordar cosas pero... no he conseguido nada- y añadió - pero ayer, cuando fuiste a nuestra casa, ella empezó a recordar... todos estos años he estado cuidándola, pero su corazón aún te pertenece- dijo con voz quebrada. -No podemos regresar contigo, Alex pero puedes quedarte con nosotros si quieres-. -Mientras la Banda del Cuervo Sangriento exista, no podremos volver...-. Lobo se levantó y dijo -Si aún eres la mitad de bueno que entonces, te ayudaré a acabar con ellos en cuanto termine mi ultimo encargo- dijo Lobo en un tono mezcla de una feroz resolución y furia contenidas. -Alex, no puedo creer que quieras arriesgar tu vida de esa manera. ¿No sabes que es la mayor mafia de Europa y que han puesto precio a nuestras cabezas?- le dijo con el terror reflejado en sus ojos. Lobo le dió un puñetazo en la nariz que le hizo sangrar y le dijo – Jhonny, ¿desde cuándo eres tan cobarde, tu que eras capaz de matar a decenas de enemigos armados hasta los dientes?-le espetó Lobo. Jhonny se levantó limpiándose la sangre que manaba de su nariz con un pañuelo y le dijo -Veo que no has cambiado nada, tienes razón nos enfrentaremos a ellos, no se que me ha pasado... el miedo se apoderó de mi, gracias por recordarme quien soy, Alex-. Se acercó a Lobo y le dio un tremendo puñetazo en el estómago que le hizo desplomarse -Parece... que no has... perdido... fuerza...-dijo Lobo casi sin aliento-. -No creerías que ibas a partirme las narices e irte tan ancho, ¿verdad?- y se rieron ambos recordando los viejos tiempos cuando Lobo recuperó el aliento-. Cuando se disponía a irse, Jhonny le dijo -Alex, creo que no es necesario pedirte que ayudes a Elena en lo que puedas para que recupere sus recuerdos- a lo que le replicó -Por supuesto que no, haré todo lo posible por ayudarla... después de todo, todavía sigo sintiendo lo mismo por ella- y añadió -volver a verla ha sido como volver a la vida, nunca olvidaré todo lo que hiciste por ella cuidándola todos estos años viejo amigo-.

Lobo salió de allí con un nuevo objetivo, acabar con el núcleo de la mafia de los Cuervos Sangrientos. Sabía que no sería fácil, que incluso podría morir en el intento. Pero tenía que hacerlo aunque aquello le costase la vida. Pierre estaba esperándole en la planta baja charlando animadamente con la encantadora recepcionista. -¡Ah!, aquí estas mon ami. Esta bella joven me ha dicho que vas a invitagla a senar- dijo entre risas. Lobo le dijo que se fuesen rápido de allí y se despidió de la recepcionista saludando con la mano al salir. Era hora de comer ya y después iría a ver a su amada a las orillas del Sena, para aclarar sus dudas y despertar sus recuerdos. Por primera vez en muchos años, Lobo se mostraba optimista. Quizás las cosas empezasen a ir bien de nuevo en su vida. O quizás su vida estuviera acercándose a su fin. En cualquier caso, Lobo estaba dispuesto a morir si no era capaz de destruir la amenaza que se cernía sobre ellos, y que le impediría vivir tranquilos mientras existiese.

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